Así se vive en los yates de lujo y para esto sirven, contado por la tripulación
Posted by jonkepa en julio 21, 2015

Este superyate, de 300 millones de dólares, pertenece al multimillonario británico Andrey Melnichenko. (Reuters)
Un superrico sin yate es como un árbol de Navidad sin bolas y la longitud de su eslora es proporcional a la lista de ceros en su cuenta corriente.
Si eres rico de verdad tu barquito tiene que superar los 30 metros de largo, tamaño a partir del cual recibe el título de superyate. Se calcula que hoy por hoy sólo hay unas 5.000 embarcaciones de este tipo. Y, claro está, no son baratas. Su precio no baja de los 10 millones que cuestan los modelos más baratos y, además, requieren de una abultada tripulación –en torno a 70 personas– que garantice una travesía agradable.
Dada su exclusividad, pocos lugares esconden más secretos que los yates de lujo y, pese a que la discreción es obligatoria para trabajar en una de estas embarcaciones, siempre hay alguien que se va de la lengua.
Un cocinero de uno de estos superyates ha contado a The Sunday Times cómo se divierten sus empleadores y, sorpresa, el relato incluye prostitución y drogas. Según el anónimo chef, todas las noches, un grupo de la tripulación iba en Mercedes a buscar a las prostitutas de lujo: tres por cada pasajero. Y estas no eran las únicos invitadas al yate. Los camellos también tenían su plaza reservada.
Los yates de alquiler son los más depravados
Sólo el hecho de tener uno de estos grandes barcos sale por un dineral. El coste de mantenimiento de un superyate suele rondar anualmente el 10% de su precio total de construcción. Y es por ello que muchos ricos optan por alquilar sus barcos, con tripulación incluida, a otros ricos no tan ricos. Y son estos los que aprovechan la embarcación más a tope.
Alquilar una semana uno de estos yates, con helipuerto, piscina e incluso cine, puede llegar a costar más de 800.000 euros. Y quien paga estas cantidades tiene claro lo que va a hacer en el barco. “Todo es ‘vamos a pillar drogas, contratar a putas y abusar de la tripulación”, asegura el anónimo chef.
Ahora bien, a los trabajadores les sale a cuenta aguantar a los ricos. El propio cocinero reconoce que el verano recibió más de 20.000 libras en propinas. Y, si tienen que recoger juguetes sexuales o ir a buscar camellos al puerto lo hacen y punto. “Es el trabajo”, asegura.
También los propietarios y arrendatarios de los yates sacan partido de estos. Las fiestas son una parte importante de la vida en las embarcaciones, pero en su cubierta se cierran también importantes negocios. “Estuvimos en la bienal de Venecia haciendo negocios”, explica a The Sunday Times Ben Marshall, capitán del Red Dragon, un yate de 40 millones de dólares. “En cuatro días dimos comida y bebida a más de 700 personas. Como plataforma un yate es la mayor tarjeta de negocios del mundo”.
Miguel Ayuso en El Confidencial
Jacobo Muñiz said
Hace mucho tiempo, un amigo mío se manifestó todo eufórico porque lo habían elegido como capitán de un gran yate y con una imaginación desbordada nos hizo un relato de las posibles mieles de aquella oportunidad. Entre una dudosa envidia y cierto escepticismo lo celebramos como Dios manda. Nos despedimos y al cabo de no mucho tiempo nos volvimos a encontrar, las cosas habían cambiado, ya no estaba en el dichoso yate. Nos contó lo que le había pasado: El dueño y él habían ido a una tienda de efectos navales, aquel siempre llevaba bastón y sombrero; cuando entraron en la tienda el dueño le dio a mi amigo el bastón y el sombrero para que se los aguantase. La dignidad del Capitán se impuso y con un » que te lo aguante tu p. madre» se mandó mudar, como dicen los canarios. Es una muestra solo.En estos barcos si quieres mantener el puesto o eres o no eres. Creo que se me entiende.
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jonkepa said
Perfectamente.
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