Un francés pasará dos meses en la torre de un islote bretón azotado por los temporales y que está deshabitada desde 1910. En sus 35 años de existencia, acumuló 23 renuncias. «Vivir allí era una tortura».

El faro de Tevennec azotado por las olas del mar de Iroise, frente a Bretaña. :: charles marion
Seguro que habrán visto más de una vez fotografías de faros a punto de ser engullidos por enormes olas. Son imágenes que alumbraron hace unos años un nuevo género fotográfico, el de los paisajes de tempestades marinas. El poderío sin límites que se adivina en esas moles de agua enfurecidas que sobrepasan todo lo que se pone a su alcance ejerce un efecto hipnótico que atrapa todas las miradas. Casi todas las fotografías de faros asediados por las olas están tomadas en el mar de Iroise, una pequeña parcela del Atlántico que se extiende a los pies de la Bretaña francesa.
El litoral bretón es el equivalente de nuestros vecinos del norte a la Costa de la Muerte gallega: además de tener su propio Finisterre, una península que se llama la Punta de Raz, la línea de costa está salpicada de arrecifes y adornada por espectaculares acantilados. Dada su configuración, una proa que se adentra en el océano, la recorren formidables corrientes marinas que se vuelven aún más temibles por efecto de los continuos temporales del noroeste. El tramo, en fin, reúne todas las condiciones para que navegar por sus aguas sea un infierno. Lee el resto de esta entrada »