La accidentada costa oeste de Irlanda, hizo el trabajo que no pudo la flota británica. De los 490 hombres que iban a bordo del galeón San Marcos, solo cuatro sobrevivirían al naufragio.
Álvaro Van Den Brule en El Confidencial
Era el San Marcos una soberbia nave de bella factura construida en Laredo (Cantabria) en 1585. Vendida a los lusos, era el orgullo de la Armada portuguesa y, con diferencia, un galeón que incorporaba la más avanzada tecnología artillera, embarcación marinera de quilla profunda y ahusada, proa de cuchilla y un velamen de reducida y fácil maniobra. Con un desplazamiento de 790 toneladas y un armamento del que destacaban 33 bruñidos cañones de bronce, daba cabida a 350 experimentados soldados de los tercios y a 140 marineros, que eran la dotación propia del galeón durante la época de la joint venture hispano-portuguesa.
Inserta en la operación de invasión de Inglaterra promovida por Felipe II, en la que todos los reinos de España contribuirían al alimón en su aportación contra el inglés, destacaría en las escaramuzas del Canal con nombre propio; pero es por su trágico final, la razón por la que ha pasado a la historia.
Ocurría que entre septiembre y octubre de 1588, cuando la Gran Armada española intentaba volver desesperadamente a la península tras el intento de invasión de Inglaterra, una monumental marea de colosales proporciones cual Leviatán desatado, fagocitaria a cerca de veinticinco naves de aquella llorada expedición.
Era muy probablemente el 20 de septiembre, cuando estas naves que se salvaron de las escaramuzas en el Canal de la Mancha regresaban a casa. Una tormenta con vientos de hasta 100 kilómetros por hora y olas cruzadas de más quince metros de altura, se había desatado en toda su explosiva tragedia. La accidentada costa oeste de Irlanda, rica en bajíos, enormes agujas y lajas traicioneras, hizo el trabajo que no pudo la flota británica. De los 490 hombres que iban a bordo del galeón San Marcos, solo cuatro sobrevivirían al naufragio. El Ejército inglés al acecho ante presa tan accesible y fácil, los capturaría dándoles injusto final en la horca. Estos supervivientes y otros muchos más que arribaron exhaustos, serian enterrados por los piadosos irlandeses en lo que se ha dado en llamar la “Colina de los españoles”, a un trecho lo que hoy se conoce como Spanish Point. Lee el resto de esta entrada »