“¿El Calypso? Prefiero verlo hundido con honores que transformado en museo”. Estas palabras del comandante Jacques Cousteau, el famoso oceanógrafo francés, grabadas en 1984, suenan ahora a la peor premonición posible acerca del destino del navío que le acompañó en sus afamadas exploraciones. Una batalla judicial que se anuncia interminable mantiene al Calypso, el viejo barco de Jacques-Yves Cousteau, varado en un astillero de Concarneau, en la Bretaña francesa. Hoy es un esqueleto de madera, una sombra de lo que fue. La familia, a través de la asociación Equipo Cousteau y la Cousteau Society, no se hace cargo de la embarcación. Una petición popular de octubre de 2013 para que el Gobierno se ocupara no ha alcanzado las 10.000 firmas necesarias. La situación es desesperada y el mítico buque agoniza.
El embrollo comenzó en 2007, diez años después de la muerte de Cousteau. El Calypso había naufragado en el puerto de Singapur y tras varias escalas terminó recalando en el puerto bretón de Concarneau. Allí, a demanda de la familia, se empezó a restaurar el barco con la idea de convertirlo en museo, a pesar del expreso deseo en contra del propio comandante. Dos años después empezaron los problemas. Los trabajos se paralizaron. Los propietarios del Calypso culpan al presidente del astillero, Pascal Piriou, de haber hecho mal su trabajo, dado que los materiales utilizados no le permitirán al barco volver a navegar. Piriou asegura que son los propietarios los que cambiaron de idea de la noche a la mañana cuando los nuevos materiales ya se estaban utilizando. Imposible o muy costoso convertirlo en un museo flotante. Lee el resto de esta entrada »