¿A que alguna vez os habéis preguntado si los barcos son masculinos o femeninos? ¿Por qué son los buques o las naves? ¿Qué es un barco y qué es una barca? No intento entrar en controversias feministas, no me interesa, es más me aburre, pero hago estas reflexiones por escrito para poner en claro mis ideas.
Lo primero que viene a la cabeza es el tamaño; uf siempre con lo mismo; grandes ellos y pequeñas ellas. Pero es totalmente erróneo, pues en veleros diminutos se han hecho grandes navegaciones y por otro lado también hay barcas enormes y hasta barcazas. Lo segundo que se me ocurre es la capacidad de viajar grandes distancias y tener un espacio donde vivir bajo cubierta. Tampoco este punto está del todo claro, porque los ligeros balandros de competición no tienen ninguna habitabilidad y se consideran barcos. Posiblemente el hecho de llevar mástil y velas le asciende de categoría, como la sangre azul, y si los desarboláramos quedarían degradados de inmediato. Así que por un palito de diferencia, como el que cambia de la o a la a que escriben los párvulos, tiene una importancia crucial.
Un barco tiene derecho a múltiples nombres nobles y evocadores: goletas, bergantines, pailebotes, bricbarcas, fragatas, arrastreros, atuneros, cerqueros o portaviones. Pero la a de una barca a penas aspira a convertirse en –ita o –aza, o lo que es peor, rebajada a esquife, bote o patacha, por no envilecerla más, cómo patera desolada. Aunque hoy en día, en las revistas, también codician al glamour de ser lanchas veloces con rubias impensables de largas melenas voladas, alguna esperanza les queda. Lee el resto de esta entrada »