
Descenso a los infiernos del cabo de Hornos a bordo del ‘Camper Emirates Team New Zealand’ en la quinta etapa de 2011 – 2012. / Hamish Hooper
En el fondo estaba la cerveza. ¡Cuántas historias habrán surgido en un pub inglés alrededor de unas pintas! También esta. En esa tarde de 1971, en un local del puerto de Portsmouth, en el sureste de Inglaterra, dos hombres dieron forma a un sueño entre el humo de sus cigarros y el alcohol de sus jarras. Eran el coronel Bill Whitbread, miembro de una familia con tradición en el negocio de la cerveza, y el almirante Otto Steiner, de la Royal Naval Sailing Association. Les había fascinado la idea de Guy Pearce y Anthony Churchill de rescatar del olvido la Golden Globe Race, una regata en solitario alrededor del planeta patrocinada por el diario británico Sunday Times. Aunque la prueba no había salido como se esperaba, pues de nueve barcos que zarparon en 1968 solo uno terminó el recorrido un año después, estaba plantada la semilla de una competición única en el mundo.
Whitbread y Steiner alimentaron su imaginación con aquellos barcos descubriendo lo desconocido de los océanos. Y trazaron sobre la mesa el mapa de un nuevo desafío, esta vez por equipos. Le llamaron Whitbread Round the World Race. La Marina británica cedía su base en Portsmouth como puerto de salida y de llegada y organizaba la regata. Era además un excelente laboratorio para probar sus unidades militares. La cerveza Whitbread se encargaba de reunir las libras suficientes para soltar amarras en 1973. Eso animó a otros patrocinadores, pistoletazo de salida para una larga tradición de esponsorización de la regata que ha llegado hasta estos días. Porque hoy, 40 años después, aquella pionera Whitbread es la gigantesca Volvo Ocean Race, una competición planetaria mezcla de deporte, tecnología y desafío extremo, y uno de los 10 acontecimientos deportivos más vistos en el globo. Alicante acogerá el inicio de la próxima edición, el 4 de octubre de 2014, como ya hiciera en 2008 y 2011 después de tomar el relevo de Vigo en 2005, las únicas ocasiones en que se zarpó de un puerto distinto al original de Portsmouth.
Cuando el 8 de septiembre de 1973 un centenario cañón retumbó para dar inicio a la aventura, 17 barcos de siete nacionalidades enfilaron el horizonte hacia Ciudad del Cabo sin saber muy bien en qué charco se metían. Sidney y Río de Janeiro eran las otras paradas antes de volver a casa en Portsmouth. Miedo, euforia, nervios… Partieron 167 navegantes. Tres nunca volvieron. Solo una minoría conocía lo que era hacer frente a vientos de 40 nudos, icebergs descomunales y un frío que cala los huesos. Eran navegantes sin experiencia atraídos por la promesa de aventuras, algunos de los cuales incluso pagaron por participar. Otra marca de cerveza, 33 Export, un vino espumoso, dos emisoras de radio y un centro de estudios e investigaciones, además de un puñado de mecenas amantes del mar, firmaron los cheques. Cada equipo necesitaba unos 10 millones de pesetas. Hoy, época de grandes patrocinios, el presupuesto se mece entre los 12 y los 15 millones de euros. Lee el resto de esta entrada »