«¡Que no vendo ningún barco!»

Edro I

«Llamo por lo del barco». Esta frase marcó el inicio de una extraña pesadilla para una vecina de l’Eliana. Ocurrió a principios de enero y dio arranque a una oleada de llamadas a su móvil que no cesa. Suena unas cinco veces cada día y al otro lado siempre hay una voz de alguien dispuesto a comprarle un buque mercante llamado Edro I. «¡Yo no vendo ningún barco!», lamenta la mujer «y no sé cómo hacer parar esto».

Remedios Porta tiene 61 años. Es una profesora de danza ya jubilada. Cuida de su hogar y su nieta y jamás ha tenido nada que ver con el mundo naval. Según recuerda la mujer, el autor de una de las primeras llamadas preguntó: «¿Edro?», a lo que ella respondió que en su casa no vivía ningún Pedro.

Cuando suena el teléfono la duda de los interlocutores es siempre la misma: «¿Es usted propietaria de un barco que se vende por internet?». Reme, ya inquieta, comenzó a preguntar: «Oigan, ¿de dónde sacan mi número?». La respuesta de los interesados en el buque era que su número de móvil aparecía vinculado al barco Edro I «en varias páginas de internet».

A partir de ese momento, la mujer buscó en la red la explicación a las incesantes llamadas. Se sentó frente al ordenador de su casa y puso en el buscador de Google «Edro» y los dígitos de su número de teléfono. Asombrada, comprobó que varias webs mostraban la foto de un gran buque llamado Edro I. Según asegura, «no aparece ninguna persona ni contacto en esas webs a las que yo pueda dirigirme».

Los sitios donde aparece el navío, con bandera de Sierra Leona, muestran características como la velocidad, la eslora y la manga. La explicación a las misteriosas llamadas que recibe Reme parece encontrarse en el MMSI. Es ahí donde aparece su número de teléfono móvil tantas veces pulsado.

Según fuentes de Fomento y expertos navales, estas siglas corresponden al Número de Identificación del Servicio Móvil Marítimo. «Identifica a cada estación de barco a efectos de seguridad y telecomunicaciones y debe ser programado en los equipos automáticos de radiocomunicaciones del barco y en las radiobalizas por satélite», detallan desde el ministerio. «Es un número que debe ser solicitado al Área de Radiocomunicaciones de la Dirección General de la Marina Mercante», añaden.

«Al parecer», sospecha el marido de Reme, «todas las personas que llaman están confundidas y toman este número por el teléfono del propietario del barco». A ella todo este galimatías naval no le tranquiliza. Lo que desea es que dejen de llamarle y ni ella ni su esposo han encontrado el modo de recuperar su bienestar telefónico.

«Hasta ahora lo asumo y trato con educación a los que llaman. Algunos tienen acento andaluz y a otros no los entiendo porque hablan en árabe», describe Reme. Sólo en una ocasión, confiesa, «harta ya de dar explicaciones», pasó el teléfono a su nieta de 10 meses, que respondió con unos gorgojeos.

J.A. Marrahí en Las Provincias