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Vela latina, el caminar del lago

Posted by jonkepa en septiembre 6, 2010

Pasadas las dos del mediodía, las barcas de vela latina fueron regresando al puerto de Catarroja. :: JESÚS SIGNES

El llebeig levanta y ‘arrempunya’ el humo de las pajas quemadas en los arrozales de Beniparrell hasta el merendero Viana de Catarroja. Bajo su techumbre exterior, guarecidos del sol, decenas de vecinos de este municipio y demás familias de l’Horta Sud (Albal, Massanassa, Castellar…) dan buena cuenta de un almuerzo tardío mientras aguardan a los marineros. La estela de la última barca a vela latina que abandonó el puerto de Catarroja se deshace en barro junto al canal. Es mediodía.

A impulsos de viento suroeste y con el músculo de la vieja y fiel vela latina se navegaba hace cientos de años en la Albufera. Como ahora. Ese modo de aparejar velas latinas a los barcos que van de aquí para allá sobre el humedal valenciano sin hacerle daño forma parte de la cultura del lugar. Catarroja promueve su conservacion a través de un concurso municipal que ayer por la mañana citó a cuarenta embarcaciones a puerto. Unas y otras navegaron casi tres horas por las aguas más internacionales de Valencia.
Advierte el refrán lugareño: «Tramuntana en La Albufera, ni caçera, ni pesquera». El viento fue favorable. Mucho y desde primera hora. Si años anteriores las embarcaciones de vela latina tuvieron que retrasar su salida por ‘calma chicha’, ayer el llebeig estuvo alegre toda la mañana.
Alrededor de las velas teñidas de azucena navegaban otras tantas a motor y percha. Eran amigos. O conocidos. O familiares. Pertrechados de alguna barra de pan, una buena navaja y viandas para la travesía a pleno sol de septiembre, comieron con el suave ‘runrún’ de los escasos nudos de estas barcas que acompañan de muy cerca cada maniobra de los espléndidos cascos coronados por esa vela que se homenajea verano tras verano.
Al otro lado de la Albufera, en el mirador de El Saler, se apiñan parejas de enamorados y de valencianos que acompañan a conocidos de fuera de Valencia para presumir de la Albufera. No hay banco libre en el que descansar. Los niños señalan la silenciosa flota de barcas a vela latina que navega proa hacia el Palmar: «¿Has visto papi?».
Desde los terraplenes de Pinedo el sol se refleja con fuerza en ese blanco cegador de la vela latina. La estampa cobra belleza a cada golpe de viento. El lago mima a sus chicas y en la orilla nadie quiere perdérselo. «En ocasiones las barcas se acercan a esta parte. Pero eso depende del viento. Es el llebeig quien decide aquí», apunta una trabajadora del servicio de la Devesa a este cronista sin desviar su mirada de esa curva en las velas. Ese telaje blanco abombachado y firme atestigua el avance de la flota.
La flota silenciosa
La mañana casi da paso a la tarde. La amistosa lucha que promueve este concurso por conseguir el mejor viento de garbí escinde la formación en varios grupos. Diríase de algunas barcas que son más perezosas que otras. Como si el tedio que inyecta el sol cuando se aúpa en lo más alto les restara ganas de volver al embarcadero de Catarroja. Las chicharras tampoco ayudan a que los rezagados mejoren su posición con esa cantinela hipnótica que les aleja de los más fuertes; de José Bonmatí, de Salvador Gil y de Juan García. Son, por ese orden, los patrones que primero recobran la senda de canal a puerto. En torno a las 14 h., ‘San Rafael’ atraca frente al merendero. Le sigue ‘Celia’ y tras ella ‘La volaora’. Los ‘cadillac’ del humedal valenciano son admirados por amigos desde tierra. Bienvenidos. Todos a comer.
Si no fuera por las gafas D&G y los paquetes de Fortuna esparcidos por doquier, uno recrearía las novelas de Blasco Ibáñez: mismos aparejos, mismas expresiones naúticas en el entorno de Catarroja, calesas paseando familias en el camino que linda el merendero, ‘xulles’ y ‘creïlles’, música popular valenciana sonando de fondo, la envidiado claridad del sol del terruño y las barcas de vela latina atracando dócilmente en un ambiente lúdico de familias valencianas.
El ganador de este concurso (hemos citado la principal categoría, donde Bonmatí se impuso con su barca de vela latina ‘San Rafael’) recibió un premio en metálico de 180 euros. Todos los presentes saben que esto es lo de menos, pues el objetivo del ayuntamiento de Catarroja y de la Asociación de Vela Latina (que este año celebra su XV aniversario) no es sino recuperar y mantener un sistema de navegación que se pierde en el tiempo de la Albufera.
No son éstas barcas nuevas, pero mientras gocen de buen viento serán historia viva. La nuestra.

EL CONCURSO

Ganador. Barca ‘San Rafael’, de José Bonmatí. El primer premio tiene una dotación de 180 euros.
Segundo clasificado. Barca ‘Celia’, de Salvador Gil.
Tercer clasificado. ‘La volaora’, de Juan García.
Horta Sud. Impulsado por el Ayuntamiento de Catarroja dentro de sus Fiestas de San Miquel. Se han señalado los resultados de la principal categoría.
Alejandro Plà en Las Provincias
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Una respuesta to “Vela latina, el caminar del lago”

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