Manuel Vicent. El País.
Al viejo marinero una poliomelitis infantil le había dejado una pierna quebrantada, pero no hasta el punto que le impidiera caminar con una cojera en cierto modo muy elegante. Estaba enrolado en una barca de pesca, que faenaba por las aguas placenteras del mediterráneo y pese a este quebranto era el marinero más apreciado por el patrón. En el bar de pescadores un día le hablé del capitán Acab. Le dije que este personaje, siendo también cojo, se enfrentó con gran coraje a una ballena asesina y se convirtió en un héroe de la literatura universal. «Yo sólo me peleo con salmonetes y a lo sumo con alguna gamba» -exclamó el viejo marinero para rebajar la conversación al nivel de la cazalla que estaba tomando. Lee el resto de esta entrada »