Fuente: Archivo de la Frontera
La actividad pirática es tan antigua como la propia navegación. Nació en el Mediterráneo y se remonta a tiempos homéricos. Pero será a partir del siglo XVI, y especialmente en los océanos americanos, donde adquirirá nuevas modalidades y surgirán algunos de sus nombres más famosos. Una de esas modalidades es la de corsario, a la que hacen alusión estos documentos y que básicamente consistía en un pirata que se ponía al servicio de un determinado rey. Esta servidumbre se establecía del siguiente modo: el pirata en cuestión se presentaba ante el rey, informándole de su intención de interceptar barcos a cambio de un permiso que justifique su servicio a la corona. El rey le amparará con la condición de que no atacasen a barcos de países con los que el rey esté en paz, y a cambio un porcentaje del botín estará destinado a la Corona. Este permiso se denomina «patente de corso«. Lee el resto de esta entrada »