La realidad y la transparencia comercial resultan contrarias a la buena fama y aceptación culinaria de algunas de las más que interesantes especies mediterráneas de pescados, dichas menores o populares, para minimizar su rango. La gente insular se relaciona especialmente con su mar, con familias pesqueras que tienen credenciales por ser económicas y eran comunes.
Los gató, gatvaire, moixina, gatí, musoletes (cazones) componen una relación esencial de capturas y materia prima excelente en la cocina de proximidad. Sobre las barcas de bou al abrir la red y en las piedras de las pescaderías se sitúan como una mera bastina y a veces desechadas.
Tienden a la rareza, parecen pequeños tiburones, son selenios de la misma casta o parientes. El peso del cine y la exhibición de sus tristes cuerpos desollados, pelados, sanguinolentos, sin piel áspera, no ayudan a vencer las dudas reticentes de ojos y paladares neófitos.
Al cocinarlos ofrecen una acreditada lista de buenos bocados, acreditados por la tradición. Son variadas muestras de la comida marinera en su expresión cultural inmediata evidente, menús construidos sobre la oportunidad, la necesidad y las capturas. Lee el resto de esta entrada »