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Los últimos cazadores del mar

Posted by jonkepa en marzo 29, 2010

Alfaya y Montenegro en Punta Balea. carlos pereira

La secular tradición ballenera de Galicia concluyó hace ya 25 años, cuando España refrendó la moratoria internacional. En ese momento tuvieron que cerrar las factorías de Punta Balea, en Cangas, y Caneliñas, en Cee. Dos de los últimos marineros dedicados a la caza de la ballena, Plácido Montenegro y Francisco Alfaya evocan una actividad que mantenía, a finales de los años 70, 233 puestos de trabajo en Galicia.

«Algunos arponeros gallegos hacían cosas casi inverosímiles en otros lugares, como cazar dos ballenas a la vez o atrapar un cetáceo remolcando al costado del barco otro ya muerto…». Quien así se expresa es Felipe Valdés Hansen, uno de los mejores conocedores de la historia de la caza de la ballena en Galicia, una actividad que se remonta al siglo XIII y que se prolongó hasta 1985. España suscribió la moratoria internacional que entró en vigor en 1986, por lo que las factorías de Punta Balea (Cangas) y Caneliñas (Cee) se vieron obligadas a cerrar.
Dos antiguos balleneros de Cangas, Plácido Montenegro y Francisco Alfaya, «Chuco», evocan los años de mayor actividad, «cuando llegamos a capturar once cachalotes en un mismo día» y un solo barco podía cazar al año más de cien ballenas. Entre 1971 y 1980, según datos de la Sociedad Gallega de Historia Natural, se capturaron en Galicia 4. 338 cetáceos. A finales de los años 70, la industria ballenera mantenía 233 empleos en Galicia y era la empresa que más exportaba a Japón de todos los sectores industriales españoles. Los marineros gallegos capturaron su última ballena en el mes de octubre de 1985.

Una ballena azul de 29 metros
Plácido se embarcó por primer a vez en un ballenero en 1959 y, con algunos intervalos, trabajó para la factoría de Punta Balea de Massó hasta que cerró su actividad. Su primer barco fue el «Lobeiro» y posteriormente se pasó a los «Ibsa»; su mayor captura fue una ballena azul que medía 29 metros de largo. Por su parte, «Chuco» estuvo embarcado en el ballenero «Lobeiro» entre 1966 y 1969, cuando era todavía un chaval, primero como fogonero y después como marinero. Recuerda que la mejor época para la caza de ballenas era entre julio y agosto, meses en que se realizaban la mayor parte de las capturas. Uno de sus mayores sustos se lo llevó a unas 25 millas de Ons: «Estaban ya balizados 6 cachalotes; con los cinco primeros no hubo problema, pero el sexto estaba vivo y al arrimarlo al barco le hizo un boquete en el costado. El cachalote medía unos 18 metros».
Tanto Plácido como «Chuco» comentan que el de ballenero era «un oficio muy bonito» y además, a diferencia de la pesca de altura, regresaban con frecuencia a tierra. En algunas ocasiones hacían mareas de ocho días, pero otras veces regresaban a diario para traer las capturas a la factoría.
Desde la Edad Media y hasta el siglo XVIII, los puertos gallegos más importantes en esta actividad fueron los de San Cibrao, Bares, Burela o Foz, en el norte, y los de Malpica y Caión, en el oeste. En el siglo XX la actividad se concentró en tres lugares: la ría de Vigo, con una factoría flotante y otra terrestre, en el Cantábrico con la factoría de Morás (Lugo), y en la Costa da Morte con la más importante de todas, la de Caneliñas.
Los primeros indicios docu-mentados de la industria balle- nera en Galicia son del siglo XIII
y probablemente fueron los vas- cos quienes introdujeron esta ac-
tividad, que aprendieron de los normandos. En el siglo XX hubo en un primer momento dos compañías hispano-noruegas: una se estableció en la ría de Vigo, con una factoría flotante, y la otra en la de Corcubión y Cee, donde instalaron la factoría de Caneliñas. «Después los gallegos recogieron el testigo», apunta Felipe Valdés, siendo IBSA (Industri a Ballenera S. A. ) la empresa más importante.
El abastecimiento de cetáceos en la factoría de Cangas, en la que trabajaban entre 60 y 70 personas, dependía de Ibsa, propietaria de la concesión de pesca en esta parte de la costa gallega. Como señala Valdés, los balleneros gallegos «ocupan un lugar modesto pero muy respetable en la historia ballenera». Sus mejores épocas fueron en el siglo XVII y en la segunda mitad del XX. En el caso de los últimos arponeros, aprendieron el oficio a bordo de viejos y obsoletos barcos a vapor desechados por los ingleses y noruegos, utilizando escasos o deficientes medios. Cuando las cosas mejoraron un poco, a finales de los años setenta, las capturas se duplicaron o triplicaron.
Felipe Valdés es el autor del li-
bro «Los balleneros en Galicia (siglos XIII al XX)», y en el que analiza con rigor la caza de cetáceos en Galicia. Recoge asímismo testimonios de los últimos balleneros gallegos, muchos de ellos con experiencia previa como marineros de altura que recuerdan trágicos naufragios, sobre todo en el caladero del Gran Sol. En cuanto a la caza de la ballena, uno de los naufragios que más le impresionó fue el registrado «en las proximidades del estrecho de Gibraltar en 1951, cuando se hundió sin dejar rastro un ballenero. Desapareció sin más. Ni siquiera un aviso por radio. Nada».
La caza de ballenas en Galicia pasó por dos etapas: la tradicional o artesanal, desde la Edad Media hasta el siglo XVIII, y la moderna o industrial en el siglo XX. Curiosamente, como señala este investigador, en ambos casos los períodos de mayor actividad fueron protagonizados por balleneros foráneos: los vascos en el siglo XVI y los noruegos en los años veinte del pasado siglo.
Hasta el siglo XVIII, en la caza de la ballena se empleaban pequeñas embarcaciones de madera que fueron evolucionando con el paso del tiempo, aunque con unas características comunes: ocho o diez metros de eslora, a remo o vela y tripuladas por unos ocho marineros. «En el siglo XX -explica Valdés- irrumpen en Galicia los barcos a vapor, de 35 a 40 metros de eslora, que en la proa artillaban un cañón-arponero para poder cazar los grandes rorcuales que, hasta entonces, casi se habían librado de los balleneros con arpón artesanal, muy diferente al del siglo XX que era un pesado artilugio de 80 kilos, con cuatro garfios articulados para aferrar la captura y provisto de una granada explosiva en la punta para acelerar su muerte».

Un arpón de 70 kilos
Plácido Montenegro corrobora que el arpón pesaba 70 kilos y otros 10 kilos la granada que llevaba en la punta, por lo que para manejar el cañón «hacían falta dos hombres». Y no siempre se acertaba a la primera: Plácido recuerda que en una ocasión necesitaron ocho disparos para matar una ballena.
Antes de la invención del cañón arponero los marineros gallegos capturaban sobre todo la ballena franca y, ocasionalmente, el cachalote y el jibarte. Estas tres especies eran más pequeñas, menos rápidas y, en general, más accesibles con los medios de aquella época.
El hecho de concentrar la casi totalidad de las capturas sobre una sola especie hizo que la ballena franca casi se extinguiese en el Atlántico Norte, «aunque a veces reaparece como un fantasma en las costas peninsulares», apunta Valdés.
Ya en el siglo XX, la actividad ballenera se centró en los cachalotes y el rorcual común, también el norteño y el azul, el más grande de todos los cetáceos.

Sabotajes y protestas ecologistas

En los primeros años 80 se intensificaron las movilizaciones de Greenpeace contra la caza de ballenas. Aunque los balleneros gallegos ejercían una actividad de muy baja intensidad en comparación con otros países, de repente España se convirtió en el centro de la campaña antiballenera mundial.
Plácido Montenegro recuerda que en una ocasión, a unas 60 millas de Fisterra, mientras se encontraba vigilando en la cofa, vio que se aproximaba un barco. Al principio pensó que era un mercante, pero en realidad se trataba de un barco de Greenpeace. «Llevábamos una ballena amarrada en un costado del barco y los ecologistas se aproximaron con unas balsas y querían subir a bordo. Después se situaron debajo de la proa para impedir que cazáramos más ballenas. La cosa no pasó a mayores y nosotros les explicamos que lo único que hacíamos era ganarnos la vida».
Otra vez, mientras se encontraba con otros marineros en una terraza de Corcubión, escucharon una explosión… Los ecologistas
habían colocado una bomba cerca de los barcos balleneros de la factoría de Caneliñas, «más que nada para asustar porque a los barcos no les afectó la explosión», explica Plácido.
En abril de 1980, dos bombas hundieron los buques balleneros «Ibsa 1» e «Ibsa 2» mientras se encontraban en el puerto de Marín. Los autores del sabotaje esperaron a que no hubiese nadie en los barcos para activar los explosivos. En junio de ese mismo año, el buque ecologista «Rainbow Wa- rrior» de Greenpeace, fue apresado por una fragata de la Armada española por impedir la caza de cetáceos al ballenero «Ibsa 3» a menos de 12 millas de las islas Cíes. El «Rainbow Warrior» fue trasladado al puerto de Ferrol, de donde se fugó cinco meses más tarde de forma rocambolesca a pesar de la custodia militar a la que estaba sometido.
Las protestas de los grupos ecologistas fueron determinantes para que en 1986 la mayoría de los países dejasen de cazar ballenas tras suscribir una moratoria internacional.

J.A. Otero en Levante-emv

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6 respuestas to “Los últimos cazadores del mar”

  1. Información Bitacoras.com…

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  2. […] Los últimos cazadores del mar « Enseñanzas Náuticas […]

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  3. Jay Sivell said

    Hi, sorry to write in English – but can you tell me where I should look for information about a Norwegian whaling company based in Corcubion, Brun & Von Lippe’s Ballenera Espanola? I am trying to trace a British iron-hulled sailing ship (Monkbarns) last sighted being used as a coal hulk off Corcubion in 1952.
    Would be grateful for any help you can offer
    Jay Sivell

    http://monkbarns.wordpress.com/

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  4. jonkepa said

    Alguien que responde al nick de «madremelian» responde a otro que le pregunta a qué sabe la carne de ballena en un escrito que se envía a menéame relacionado con la caza de ballenas. Esta persona cita a este blog y como su comentario me parece muy interesante he querido traerlo a este escrito. Lo recomiendo.

    #4 A veces me pregunto que coño hago aquí a las 02:30h (en Canarias), escribiendo cosas como esta, que seguro que a alguien no le gusta y le da al botoncito rojo, que es mucho más descansado que razonar o escribir con conocimiento de causa… pero es martes y no puedo acostarme hasta las 08:08h, así que ahí va.

    La carne de ballena una vez bien desangrada y posada* como la de cualquier otro mamífero de los que comemos habitualmente; y dependiendo de la preparación, sabe como la carne de ternera o incluso como la de avestruz. Es una carne con una textura suave, es blandita y de un color clarito, incluso cuando el cetáceo es de una edad avanzada. No tiene grasa y si mucha proteína (la grasa que se extrae de las ballenas se usa para otras cosas, más rentables que la comida y la de cachalote aún más, sobre todo la líquida…).

    Fuente: Yo mismo 🙂 Nací en un pueblo de Galicia donde se cerró una de las dos únicas factorías balleneras que quedaban en España (una en las Rías Altas y otra en la Rías Bajas, de la costa de Galicia). Esa factoría ballenera formaba parte de una industria conservera que ya desapareció; aunque su «marca» fue adquirida en subasta por otra conservera más pequeña y la sigue comercializando. La marca se llama «Massó». Verás que se trata de un apellido de origen catalán. Pero en los años 50, prácticamente todas las industrias gallegas relacionadas con las conservas y salazones de pescados eran propiedad de catalanes y vascos 🙂 ellos fueron los que introdujeron este tipo de manufacturas en el sur de Galicia.

    A lo que íbamos… mi madre trabajó para esa conservera durante 33 años y un primo y vecino suyo, trabajaba en la factoría ballenera. En 1982 España firmó la moratoria de caza comercial de ballenas y cachalotes (que entró en vigor en 1986) y la ballenera cerró. España no volvió a cazar ballenas con fines comerciales. Pero… hasta 1982 yo comí mucha carne de ballena; porque nuestro primo y vecino siempre traía un lote* de la factoría (a todos los trabajadores les correspondía un lote de pescado* como a los mineros les correspondían unas toneladas de carbón… eran otros tiempos), y como era mucho siempre nos regalaba unos kilos. Siempre recuerdo que venía en «cubos o rectángulos perfectamente cortados». Hacíamos docenas de filetes, les poníamos ajo y sal y dejábamos que soltasen toda la sangre. Después se freían o se planchaban y con patatas fritas o cocidas estaban para chuparse los dedos.

    Aprovecho para aclarar que estas dos factorías balleneras que quedaban en España, cazaban en la temporada de cetáceos (la temporada en la que se acercaban por ciertas zonas del Cantábrico y del Atlántico) entre 80 y 90 ejemplares, entre ballenas y cachalotes. Muy pocos, porque el método de pesca era prácticamente artesanal. Lo único que había cambiado eran los arpones. Se trataba de barcos pequeños (sobre 20m de eslora, algunos un poco más) con una tripulación de 8 o 10 hombres que se hacían a la mar; cuando localizaban una ballena o un cachalote, tenían que calcular su tamaño con buen criterio, por dos razones: si le alcanzaban con el arpón, debían de seguirla hasta que muriese, un barco de ese tamaño no puede «tirar en sentido contrario al de un cetáceo que pesa más que el propio barco y está en su elemento y… enfurecido); así que aparte de soltar cuerda (la que va sujeta al arpón) tenían que poner los motores a toda para poder seguir al animal herido (y a veces, pocas, se les soltaba). El otro motivo, es que una vez que el cetáceo moría, tenían que inflarlo* generalmente metiendo aire por el propio arpón, para que flotase y «remolcar el animal hasta la factoría en tierra». Es decir, nunca cazaban cetáceos de pequeño tamaño, entre otras cosas porque no eran rentables. Siempre por encima de los 16m aproximadamente.

    Te cuento esto porque esta forma de cazar ballenas no hubiera supuesto nunca un peligro para la supervivencia de ballenas, cachalotes y grandes tiburones. 90 ejemplares al año eran muy pocos en aquella época. Pero sin embargo fueron las primeras factorías en cerrar y dejar el negocio. También quiero aclarar que de los cachalotes, al contrario que las ballenas, sólo se aprovechaba el «aceite» sobre todo el de la cabeza (muchos, muchos litros) y la grasa. Este animal apenas tiene tejido muscular, sólo grasas de diferentes consistencias y calidades. Es decir, no es apto para el consumo humano. Los aceites no recuerdo bien para que tipos de industrias se utilizaban, pero recuerdo que el de la cabeza era muy caro. En cambio de las ballenas se aprovechaba todo. Incluso las propias «ballenas», eso que hace las veces de filtro en su boca (porque no tienen dientes). Antiguamente se usaban para reforzar los corsés que llevaban las mujeres y aún hoy se dice de un tipo de sujetadores femeninos que «lleva ballenas». En realidad lo que llevan ahora es un material sintético 🙂

    Pero… comíamos todos por aquella zona carne de ballena ?? NO, sólo los que trabajaban en la conservera y algún familiar o amigo al que se la regalasen. Se vendía en alguna carnicería o pescadería o plaza de abastos ?? NO Entonces, que se hacía con tanta carne de ballena (un sólo mamífero de ese tamaño tiene varias toneladas de carne) ?? Pues… se la llevaban los japoneses xD No es coña. En mi pueblo vivía un japonés, pagado por industriales japoneses del ramo que cuando llegaba un cetáceo a la fábrica; se acercaba hasta allí con un pequeño laboratorio portátil; analizaba la carne y las vísceras del mamífero y si consideraba que estaba lo suficientemente fresco y en condiciones, lo compraba. Lo compraba entero ¡! Entonces allí se lo despiezaban y elaboraban, después de ultracongelaba y salía en contenedores para Japón. Todo, desde la carne a los huesos y por supuesto el no menos preciado ámbar.

    Este es un trozo de la historia de por qué se a que sabe la carne de ballena que, por cierto, si vives al lado del mar y comes pescado habitualmente, la carne de ballena siempre te dejará un leve sabor de fondo a pescado… es leve, pero esta ahí, y no es necesario echarle sal 😀 porque aunque no tenga un sabor salado, el contenido en sodio es alto.

    Aquí te dejo un pequeño documento elaborado por chilenos en 2007; el año en que Islandia retomó la caza de ballenas después de más de 20 años sin hacerlo. En estos momentos, que se sepa sólo dos países europeos cazan ballenas con fines «científicos»: Islandia y Noruega. Después está Japón que es el país que se lleva todas las culpas y a los que persiguen organizaciones ecologistas. Pero tampoco son los pescadores japoneses quienes más cetáceos capturan. Desde siempre son los enormes «buques factoría», coreanos, rusos y mongoles los que cazan sin presiones. En otro momento podemos hablar de por qué los ecologistas no persiguen a estos buques 😀 Este tipo de enormes barcos, llevan fábricas conserveras a bordo. Ellos elaboran todo lo que pescan en el propio barco y sólo descargan productos ya elaborados: congelados, en conserva o en «harinas de pescado» que después se usan para hacer piensos, comida para perros y gatos y espero que no para consumo humano (directo) pero no me atrevería a jurártelo. Y como habrás deducido con facilidad, a estos buques todo les sirve. No tiran nada ¡! lo que no vale para congelar, vale para conserva y lo que no vale para conserva vale para hacer harina (o los famosos churros de cangrejo que se añaden a las ensaladas… el Krissia y esas cosas). Así que si pueden arponear a una ballena lo hacen, les da igual que tenga un ballenato al lado incluso mamando, lo van a meter a bordo y lo manufacturan como a la madre…

    http://www.familia.cl/animales/ballenas2/ballenas3.htm

    Aquí alguna gente de mi pueblo que se dedicó en su día a la caza de ballanes:

    nauticajonkepa.wordpress.com/2010/03/29/los-ultimos-cazadores-del-mar/

    Y aquí la ubicación y alguna fotografía de la fábrica de Massó donde estuvo la factoría ballenera de mi pueblo. Las fotos son actuales, la conservera está que se cae, pero ten en cuenta que se construyo en los años 20 (creo recordar).

    http://www.panoramio.com/photo/15314260

    Fíjate si llegó a ser importante en la antigüedad la industria ballenera en mi pueblo; que la zona donde está la fábrica se le llama «Balea», ballena en gallego 🙂

    En este artículo puedes leer un poco más de la caza de la ballena por parte de mis ancestros 🙂

    es.wikipedia.org/wiki/Cangas_de_Morrazo

    Un saludo

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  5. […] Para los visitantes el museo esconde algunos tesoros relacionados con la ballena, su caza y transformación.   […]

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